sábado, 29 de abril de 2023

La trampa del “consenso” y opciones políticas

 


Muy arraigado está en nuestra cultura, pretender llegar a consensos como una necesidad imperiosa de la convivencia: “nos pongamos de acuerdo”, o “tienen que sentarse a dialogar”. No pocas veces surge aquella necesidad como contraposición al también arraigado hábito de tomar posición como actitud previa al razonamiento de las ideas y decisiones. Se pretende que no salimos adelante porque somos incapaces de llegar a consensos.

 

Muy claro fue en la década del ochenta, el rechazo al conflicto en cualquiera de sus formas como modo de resolución de las problemáticas de la vida. Resaltemos del contexto histórico  el atroz resultado de la dictadura militar con una generación de jóvenes (y adultos) diezmada en número –y también los adolescentes de Malvinas-, pero sobretodo en el campo de las ideas: pensar de determinada manera era la justificación de decir: “algo habrán hecho” y por lo tanto merecer la desaparición y la muerte. Tan atroz es el resultado que se aceptó la pena de muerte sumaria y clandestina (luego de violaciones y torturas), en una cultura que se ufanaba de ser cristiana.

 

Por este contexto y por el hecho de la polarización extrema del momento, la sociedad se rindió a la práctica del no discutir: no debe hablarse ni de religión ni de política dentro de la familia ni en las fiestas. Se pierde la posibilidad del juego de las ideas y los problemas se tiran hacia adelante, sin posibilidad de acuerdos. Particularmente los grupos más rígidos de pensamiento se vuelven intransigentes ante pensamiento contrario y ante maneras de decidir sobre la propia vida y sobre la vida social. Se confunde de este modo la firmeza de las ideas con el decidir sobre la vida social y política. ¿Quién entonces tendrá la posibilidad de tomar las necesarias decisiones que la vida conlleva? La respuesta es nefasta: quien tenga atribuciones de poder hacerlo.

 

Ya en un artículo anterior: “Opinión o Guerra” (https://www.facebook.com/search /top?q=opinion%20o%20guerra, pero mucho mejor explicado por Zafaroni en https://www.facebook.com/search/top?q=censura%2C%20t%C3%A1ctica%20y%20estrategia, desarrollaba el tema en sus aspectos más teóricos. Se trata ahora de reflexionar sobre las implicancias de este modo de posicionamiento en la vida práctica.

 

La pretensión del “consenso” que traiga paz (que no traiga conflictos), y su imposibilidad de tomar decisiones que no impliquen hacerlo mediante “la autoridad”, termina entonces aniquilando el pensamiento crítico y lleva necesariamente a caer en “hegemonía”, que luego terminará en “exclusión” del que no piense y actúe de ese modo”.

 

De este hábito se ha servido la prensa del mundo entero y de nuestro país. De este hábito se cae en la hegemonía (y exclusión) del Mercado y de la Política. No se discute ante la autoridad de estos nuevos dioses. Y esto se “justifica” con un Poder Judicial que se rinde también ante estos nuevos dioses.

 

Decía “Trampa” porque se pretenderá entonces que la discusión, el conflicto de intereses y de ideas tienda a desaparecer, y esto es a todas luces imposible. El consenso podrá estar en el plano de las decisiones teóricas y prácticas, de los aspectos mínimos y sociales (políticos), pero no en el plano de las ideas.

 

Claramente habrá posiciones irreductibles, contrarias, y hasta contradictorias en el plano de las ideas. Y esto no es malo. Es lo que constituye los sistemas culturales e ideológicos. Cada sistema tendrá que vérselas con la realidad de las cosas. Pero de las diferencias teóricas habrá que pasar al plano de la convivencia humana, y en este sentido no podemos excluir, matar, hacer desaparecer al que piense distinto. Se hace absolutamente necesario renunciar a las hegemonías y exclusiones a todo nivel, en lo cotidiano y en la organización mundial. Lo contrario lo vemos dramáticamente en la posibilidad de una guerra que nos destruya a todos.

 

La Argentina no logra superar la disyuntiva nunca resuelta de sus contradicciones extremas. Unitarios o Federales… vivir en el capitalismo o en humanismo (al que se lo llamará “socialismo - populismo” para su demonización llevándolo al extremo del comunismo bolchevique).

 

Viejas son estas disyuntivas extremas “El que no está conmigo está contra mí” “el que no recoja, desparrama (cfr Mt 12,30), pero Jesús expresa también la superación de las posiciones extremas en la Parábola del Trigo y la Cizaña (Mt. 13,39ss). Y cuando los Apóstoles querían aniquilar quienes no recibieron la Palabra, “¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los consuma como hizo Elías? (Lc 9,54ss, también Lc 9,50) Jesús los reprendió. Para el cristiano, seguidor de Jesús, no será nunca el camino la exclusión del otro.

 

La extrema derecha argentina ha hecho imposible cualquier diálogo con un gobierno que no les es afín. Y particularmente se nota en estos días donde la guerra económica del precio dólar y los precios de los productos básicos expresan claramente el deseo de terminar con el gobierno. Aun cuando la estrategia sea el empobrecimiento de todo el pueblo. De igual modo pergeñaron la hiperinflación para destituir a Alfonsín (y algunos sectores del peronismo debieran recordar). El objetivo inconfesable será el enriquecimiento y entronización en el poder de una pequeña porción de privilegiados en base a la venta vil de los recursos naturales “a los inversores” que vienen a “salvarnos” de un país inviable.

 

De las filas afines, nuestro Presidente ha sido acusado de dialoguista (dialogar con quienes verdaderamente no muestra ningún interés en hacerlo). Y tal vez haya razón en esto.

 

No puede llegarse a ningún consenso con quienes no renuncian absolutamente a su hegemonía. Pero en esto consiste el plano político, siempre que se respete la Constitución y las leyes que de ella dependen. La democracia es justamente el sistema político contemporáneo que nos permite no llegar a la destrucción mutua, a la guerra civil (o a la guerra nuclear). El reconocimiento del derecho de todos, particularmente de las minorías, no suele ser aceptado por quienes viven justamente de la apropiación de estos derechos en beneficio propio. Demonizarlos, excluirlos, y llegar a casos extremos a su muerte, hará que el otro también se defienda del mismo modo. Es aquí donde el consenso=convivencia respetuosa debe reinar, sin renunciar a las ideas que se han propuesto a la aprobación de la ciudadanía. Pero sin desaparición de quienes no lograron elegir a los representantes de sus ideas, también son población. Los elegidos deben gobernar para todos, y no solo para sus electores. Quienes pretenden hegemonía, no son opción, Milei y sus cercanos no son opción aunque no se los pueda hacer desaparecer políticamente, ni mucho menos, personalmente.

 

La extrema derecha argentina, ya no disimula en la exclusión de quien pretenda no aceptar su programa político y económico. El peligro mayor consiste en que gran parte de nuestros conciudadanos pretenden ser parte de ese 10%  privilegiado (o menos aun), No lo lograrán, y empobrecerán al resto, consintiendo su exclusión (y hasta la muerte –así lo han prometido en campaña- del que no se someta). Contradictorio es que son también apoyados por un gran número de jóvenes que perderán educación, trabajo, vivienda y otros muchos derechos.