lunes, 15 de abril de 2019


Teóricos 3G (O mejor, “teorías 3G)

Seguramente sin originalidad en la historia, pero con carta de ciudadanía en los 80 (y posmodernidad), ha surgido una cultura del individualismo (personas, grupos y sociedades) desprovisto de toda ética y compromiso.
También en el rubro del pensamiento. Y hasta los mejor pensantes excluyen cualquier teoría que pudiera contradecir sus ´elevados´ intereses, más en pos de sí mismos que de la realidad o el éxito de sus nuevas verdades. Si no hay diálogo sincero y honestidad intelectual, con sus exquisitos protocolos, aun cuando el intercambio fuera con cierta vehemencia (o fuera de los buenos modales), habrá imposición en base al poder de la palabra y el lenguaje.

En esto de que cada uno puede pensar libremente sin más ataduras que las de la propia voluntad (que se parece mucho a cualquier imposición), pierde el razonamiento honesto y gana la arbitrariedad del poder.

Algunas características…

1) Cobra mayor importancia la teorización que la práctica misma (en cualquier tema) y particularmente en el tema del amor, la justicia y el bien común. La estética por sobre la ética. Cualquier práctica tiene un marco propio, un marco conceptual aunque sea imperfecto y a veces hasta con ciertas contradicciones (teoría 1G). Los teóricos especulan sobre este marco teórico.

2) Justificando el no hacerse cargo de la práctica, los teóricos 2G (los que estudian las prácticas y su marco teórico) crean un lenguaje nuevo, para entendidos, en una pretensión de “purificar” las acciones de la vida cotidiana. Bueno es recordar que toda práctica es parcial, de cierta ambigüedad y mayor parcialidad. No existen acciones puras, existen acciones sobre la vida humana. Para los nuevos teóricos no poseer ese nuevo lenguaje te reubica en el sector de los ignorantes o retrógrados. Y la exclusión se dará no solo en estas catalogaciones, sino que las antiguas prácticas serán objeto de acciones de desprecio y si se puede, de deconstrucción.

3) Se cae en la perversa comparación de lo malo de una práctica anterior con las bondades de las nuevas prácticas, con entidad casi que exclusivamente en la nueva teoría, que nace del estudio más que del trabajo sobre la realidad. Es inherente a esta posición todo tipo de valoraciones negativas hacia aquellas y defensa de las aún no existentes o probadas en sus necesarias parcialidades. En las nuevas prácticas que nacen de las nuevas teorías, se exaltarán sus bondades en detrimento de la objetividad misma; las dificultades inherentes a todo trabajo  serán justificadas como “proceso” que, sin duda, en algún incierto futuro obtendrá el resultado esperado.

4) La mayor injusticia, de darse, será en la evaluación del trabajo de tantas personas que, fruto de las valoraciones propias de cada época, han realizado su trabajo con la eficiencia técnica que surge del marco teórico que lo sostenía. Y, en el colmo de esa injusticia, se trasladaría la infravaloración de la práctica, a las personas que la ejercían, despreciando el compromiso y dedicación que hay que comprobar que pueda superarse. No pocas de las nuevas teorías “profesionalizan” (no se involucran) en desmedro de una concepción vocacional del trabajo. Discutir personas en vez de ideas-práctica, es una falsedad que no resistiría la más elemental crítica de los antiguos filósofos

5) Sintetizando: los teóricos 3G, no se comprometen vocacionalmente con la práctica que estudian, pretenden que el cambio en los conceptos cambien la bondad de las prácticas, no profundizan la cultura subyacente a las prácticas estudiadas. Y a veces, confunden los “efectores” con las prácticas…trasponiendo limitaciones. Aparecen como burócratas del pensamiento. Una cuestión de poder más que de filosofía.