Teóricos 3G (O mejor, “teorías 3G)
Seguramente sin originalidad en la historia,
pero con carta de ciudadanía en los 80 (y posmodernidad), ha surgido una
cultura del individualismo (personas, grupos y sociedades) desprovisto de toda
ética y compromiso.
También en el rubro del pensamiento. Y hasta
los mejor pensantes excluyen cualquier teoría que pudiera contradecir sus ´elevados´
intereses, más en pos de sí mismos que de la realidad o el éxito de sus nuevas
verdades. Si no hay diálogo sincero y honestidad intelectual, con sus
exquisitos protocolos, aun cuando el intercambio fuera con cierta vehemencia (o
fuera de los buenos modales), habrá imposición en base al poder de la palabra y
el lenguaje.
En esto de que cada uno puede pensar libremente
sin más ataduras que las de la propia voluntad (que se parece mucho a cualquier
imposición), pierde el razonamiento honesto y gana la arbitrariedad del poder.
Algunas características…
1) Cobra mayor importancia la teorización que
la práctica misma (en cualquier tema) y particularmente en el tema del amor, la
justicia y el bien común. La estética por sobre la ética. Cualquier práctica
tiene un marco propio, un marco conceptual aunque sea imperfecto y a veces
hasta con ciertas contradicciones (teoría 1G). Los teóricos especulan sobre
este marco teórico.
2) Justificando el no hacerse cargo de la
práctica, los teóricos 2G (los que estudian las prácticas y su marco teórico) crean
un lenguaje nuevo, para entendidos, en una pretensión de “purificar” las
acciones de la vida cotidiana. Bueno es recordar que toda práctica es parcial,
de cierta ambigüedad y mayor parcialidad. No existen acciones puras, existen
acciones sobre la vida humana. Para los nuevos teóricos no poseer ese nuevo
lenguaje te reubica en el sector de los ignorantes o retrógrados. Y la exclusión
se dará no solo en estas catalogaciones, sino que las antiguas prácticas serán
objeto de acciones de desprecio y si se puede, de deconstrucción.
3) Se cae en la perversa comparación de lo malo
de una práctica anterior con las bondades de las nuevas prácticas, con entidad
casi que exclusivamente en la nueva teoría, que nace del estudio más que del
trabajo sobre la realidad. Es inherente a esta posición todo tipo de
valoraciones negativas hacia aquellas y defensa de las aún no existentes o
probadas en sus necesarias parcialidades. En las nuevas prácticas que nacen de
las nuevas teorías, se exaltarán sus bondades en detrimento de la objetividad
misma; las dificultades inherentes a todo trabajo serán justificadas como “proceso” que, sin
duda, en algún incierto futuro obtendrá el resultado esperado.
4) La mayor injusticia, de darse, será en la
evaluación del trabajo de tantas personas que, fruto de las valoraciones
propias de cada época, han realizado su trabajo con la eficiencia técnica que
surge del marco teórico que lo sostenía. Y, en el colmo de esa injusticia, se
trasladaría la infravaloración de la práctica, a las personas que la ejercían, despreciando
el compromiso y dedicación que hay que comprobar que pueda superarse. No pocas
de las nuevas teorías “profesionalizan” (no se involucran) en desmedro de una
concepción vocacional del trabajo. Discutir personas en vez de ideas-práctica,
es una falsedad que no resistiría la más elemental crítica de los antiguos
filósofos
5) Sintetizando: los teóricos 3G, no se
comprometen vocacionalmente con la práctica que estudian, pretenden que el
cambio en los conceptos cambien la bondad de las prácticas, no profundizan la
cultura subyacente a las prácticas estudiadas. Y a veces, confunden los “efectores”
con las prácticas…trasponiendo limitaciones. Aparecen como burócratas del
pensamiento. Una cuestión de poder más que de filosofía.
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