lunes, 9 de septiembre de 2019

Ni o So a las retenciones

¿Retenciones?
Me anima a escribir sobre el tema, no tanto por creer que puedo afirmar cosas sabias sino por la admiración sobre el tratamiento del tema que realizan varios actores sociales… ¡cuánta superficialidad, parcialidad, egoísmo, liviandad en afirmaciones, mentiras…! Y porque no quiero sumarme al desconcierto imperante, todo lo que sigue deberá tomarse no como afirmaciones sino como cuestionamientos, preguntas.
Lo primero que me ha pasmado es la omisión que del tema hace la clase política que ejercen en el Congreso, en los gobiernos de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, los jueces que deben determinar sobre la legalidad o no de los cortes de rutas en el encuentro de intereses intersectoriales. En la lucha política a partir de las retenciones, como en cualquier lucha, habrá caídos… muchos y graves. Porque el conflicto se profundiza, las posiciones han comenzado a cristalizarse y parece no haber marcha atrás por ninguno de los dos sectores principales de la misma. El problema, muy complejo en sí, se ha polarizado peligrosamente: gobierno y partidarios del “no a las retenciones” (como si solamente hubiera solo dos posiciones). Un tema que debiera haberse debatido en las cámaras de los representantes del pueblo, termina debatiéndose en las rutas y canales de televisión. Un tema que debiera ser fruto de un profundo análisis social y político, terminará debatiéndose en puja de poder, un tema debiera buscar soluciones globales termina suscitando oposiciones. El maduro debate político que debiera ejercerse en el congreso termina, por fuerza de la realidad, ejerciéndose en asambleas callejeras, donde se está permanentemente al borde de la exaltación y la violencia.
Una vez más en temas tan cruciales en la Argentina volvemos a polarizarnos más en base a posiciones pasionales (por no decir mezquinos intereses personales) y no suscitamos una mentalidad amplia de vernos parte de un país (Argentina) y un continente (Latinoamérica). No aprendimos que los organismos internacionales en cada momento de crisis de nuestro país y del resto de Sudamérica, no solo nos han dado la espalda, sino que sus propuestas han sido directamente opuestas a los altos intereses nacionales: Malvinas, 2da década infame 90-2000, deuda externa. Hoy la prensa, en general, se expresa dependiente de los intereses antiargentinos coherentemente con los intereses de sus dueños. En vez de suscitar el debate serio sobre el tema, apenas le interesa mostrar el puterío de quien grita más en contra del otro y dar pistas para que los que salen de vacaciones puedan sortear los piquetes que atentan contra el recorrido a las “merecidas” vacaciones de la Semana Santa.
Dado por reflexionado el que este tema debiera haberse tratado en el Congreso sobretodo por la profundidad y complejidad de sus implicancias, hecho profundamente de menos la información que debiera dar el gobierno sobre estas medidas trascendentales. No haciéndolo, queda libre el paso para hacer la interpretación de los objetivos de tales medidas de acuerdo a los propios intereses mezquinos de quienes las realizan, como por ejemplo: Los políticos envidiosos del poder que da el haber llenado las arcas económicas del Estado gritan que las retenciones tienen solo este objetivo. Cierto, es parcialmente verdad, pero cabe preguntarles qué les duele más, si el tema de las retenciones o si no estar en la envidiable situación de poder que hoy tienen los políticos de enfrente. Los capitalistas sin país (que también viven en el nuestro) se pliegan al grito porque ciertamente “les han metido la mano en los bolsillos”… podemos preguntarles qué significa la concentración económica, “la desconcentración económica” y podríamos llamarlos a reflexionar sobre su deber de considerarse deudores de un mundo que no crearon ellos y de una riqueza que largamente los trasciende en el espacio y en el tiempo. En esta categoría debemos nombrar y mostrar particularmente “los pooles de siembra” y la oligarquia agraria argentina.
Podríamos enumerar algunas omisiones imperdonables o deformaciones de la verdad:
· Las retenciones son un mecanismo-instrumento impositivo necesario dentro del esquema económico que nos sacó de la crisis del 2001. Las retenciones constituyen un mecanismo fiscal apto para capturar las ganancias extraordinarias que una moneda devaluada le otorga a un puñado reducido de firmas o grupos empresarios. ¿Qué pasaría si quitamos las retenciones a todos los productos, incluido particularmente el petróleo? ¿Qué pasaría si dejáramos libre flotación del dólar como lo exigía el FMI que tanto “nos ayudó” en la década del 90? Es otro problema la distribución del producto obtenido por la aplicación de este instrumento. Habría que pensar en petróleo al doble del precio de hoy y en un dólar a 2 pesos o al máximo a 2,40. Estudios serios indican que aún con las retenciones anteriores, la disparidad peso-dólar y las retenciones, aún le deja a las grandes empresas un margen superior que si no se aplicaran éstas medidas. ¿Cuál será la verdad?
· Las retenciones son casi el único impuesto directamente aplicable a los capitales inversores del agro argentino. ¿Qué porcentaje de los cultivos de soja pertenecen a los pooles de siembra y a las corporaciones financieras y a las grandes empresas del agro argentino? Su cálculo ciertamente no debe ser inferior al 60 o 70%, y sin tener en cuenta que los agricultores pequeños les han cedido sus tierras en pingüe alquileres. Los capitales aplicados al agro sojero argentino no pagan educación, justicia, salud, salarios familiares, vacaciones, aguinaldo, administración pública en general. Mientras las actividades ganaderas (incluído el tambo) generan mano de obra, la soja la expulsa para vivir en zonas marginales. Macroeconómicamente es más rentable pagar planes sociales que hacer trabajar a los hoy marginales. Los planes sociales más que un rédito político es rédito económico medido en el cortoplacismo. ¡qué invento!
· Es deformación de la verdad que las retenciones perjudican particularmente a los pequeños agricultores. Los alquileres de los sojeros han despojado de sus tierras (a los que no cobran alquileres por ellas, ciertamente) o al menos de las actividades de alto impacto en mano de obra a los pequeños agricultores del campo argentino. En toda Sudamérica se ha profundizado la “agricultura sin agricultores”. ¿A qué precio se irían los alquileres de tierras sin las retenciones? Hace 5 años los alquileres eran de nueve quintales de soja, o sea hoy con retenciones aproximadamente novecientos pesos. Sin retenciones hoy podría pagarse veinte quintales, o sea aproximadamente dos mil pesos la hectárea al año. Nadie trabajaría por cuenta propia menos de cien hectáreas, como tampoco haría otra actividad que no fuera soja en el caso de no alquilar.
· En estas condiciones y sin otras medidas defensoras de las actividades del agro como la carne y la leche desaparecerán por completo. Esto es absolutamente cierto y lo muestran a las claras la cantidad de agricultores que han abandonado estas actividades. También es cierto que las grandes empresas han incursionado en la cría de animales (particularmente vacunos y cerdos) y en los mega tambos. Hay una omisión imperdonable en el análisis y en las reflexiones ponderadas de las corporaciones agrarias al respecto. No basta con decir “no a las retenciones a la soja”, es mucho más importante y beneficioso para el país decir “si a la agricultura con agricultores y la diversificación de los productos agrarios”, aunque no ofrezca tanta ganancia.
· El comercio de productos agrícolas ha aumentado de la mano de la soja sus beneficios sectoriales de manera desmedida y con una alegría que a uno le gustaría celebrar. Pero es tan ingenuo el sector que no cae en la cuenta que con la concentración económica verán caer vertiginosamente su negocio. Las grandes extensiones no compran a los pequeños negocios…. ¿no se dan cuenta? Y si aún las ciudades captan compras, poco falta para la compra directa a las grandes fuentes. Algún intendente tímidamente se está dando cuenta que en su pueblo los negocios han dejado de vender. Pero la salida habitual que utilizan es tocar las puertas del gobierno nacional en vez de salir en defensa de la producción, industrialización y comercio local. Otro tanto sucede con los cientos de veterinarios e ingenieros agrónomos y sus corporaciones…, como en la década infame de los 90, pujarán por entrar en los pooles de siembra en vez de sostener los pequeños agricultores, aquellos pagan más, y los primeros tímidamente critican todos los costos extras a la ganadería.
· La sojización del país, que mal se quiere frenar con este aumento a las retenciones y sin otras medidas que provoquen la diversificación, trae gigantes vulnerabilidades: ¿Qué pasará cuando el glifosato y otros químicos aumenten desproporcionadamente a la rentabilidad? ¿Qué pasará cuando los agricultores medianos y pequeños no les resulte rentable la sola agricultura (hipótesis que resulta dudosa por un tiempo) y quieran volver a la ganadería? Las inversiones que se han pasado, también con grandes ganancias a la construcción, ¿volverán al campo? Aún volviendo al campo, ¿será posible en las nuevas condiciones? ¿cuánto tendrá que trabajarse para que las tierras tengan la fertilidad que hoy tienen? ¿No será más fácil venderlas a precios inicuos o inecuos? Da la impresión que está sucediendo lo de la época de Martínez de Hoz, es más fácil vender y vivir de rentas que trabajar y aceptar el desafío de ser propietarios.
· Resulta muy sospechoso que en la práctica nadie quiera sentarse en mesa de negociaciones y respetar los acuerdos. En un momento de mucha ganancia, lejos de ponerse de acuerdo en su repartija, todos pretenden manotear: el gobierno y también los grandes y también los medianos y también los pequeños. Todos quieren prenderse del momento de la soja, mal que hablen de ella. ¿No podrá haber un poco de sinceridad? Aún las actividades agrarias no ligadas a la soja han aumentado enganchadas a ella. Baste mirar el comercio de las ciudades sojeras, ¿cuánto más margen comercial tienen respecto de las restantes? Y ni hablar de la profusión de las financieras y el juego. Pero más contradictorio resulta el aumento de la comercialización de todos los productos agrícolas de otras actividades, particularmente la ganadería. Cuando al público la carne ha aumentado 100% y los insumos a no menos del 50%, al productor primario con suerte en algunas categorías ha llegado al 30%. La producción de cerdos en todo el 2006 fue deficitaria y en las carnicerías aumentó un 50% por lo menos. Los departamentos que compra el sector agropecuario, aumentan día a día. ¿Será por la demanda de los usuarios o por la demanda de los inversionistas agrícolas, que tanto compran que no hay disponibles? Análisis complementario sería el de la demanda de alquileres a precios inferiores a los de la rentabilidad histórica sobre su costo (1%), pero más alto de lo que debería pagarse en relación a los ingresos.
· Otro capítulo sería la sinceridad de información que debe surgir de la actividad agropecuaria (y de las otras también) ¿qué porcentaje se trabaja “en negro”? ¿cuál es el porcentaje de rentabilidad? El argumento que para el aumento de la productividad es necesario aumentar la rentabilidad, es también digno de otro análisis (porque las ganancias no siempre vuelven al campo). Ciertamente el porcentaje de impuestos: retenciones, ganancias, IVA, ingresos brutos, rentas…. es impresionante. Cabría preguntarse la relación de impuestos en nuestro país y en el resto. El que el gobierno imponga pesadas cargas al sector no debiera provocar la histórica evasión sino el blanqueo total del sistema. En el sector agrario, la evasión es mucho más que millonaria. También es cierto que el gobierno debe analizar el sistema impositivo y transparentar la distribución del ingreso público.
· También es cierto que en muchos países el agro está o estaba subsidiado (nosotros tenemos los reintegros con aplicación altamente defectuosa e incompleta), pero estos análisis no debieran hacerse sino en el contexto de los mismos. Forman parte del plan económico, solo que son de muy difícil aplicación y se cumple para los que lo pueden “mostrar” (gobierno) y a los que están capacitados organizacionalemente para percibirlos (grandes empresas).
· Otro gran tema es el del transporte, otro pingüe negocio al margen de las reflexiones del país. Su historia puede mostrarse a través de los desmantelados ferrocarriles: se endilgó como mala administración del Estado el déficit del ferrocarril argentino comparándolo además con la calidad de los europeos, pero no se dijo dos cosas: que también allá son deficitarios y que tienen ciudades de 50.000 habitantes cada 15 kilómetros de vía; hoy no tenemos ferrocarriles públicos, y los privados (al menos los del centro del país) están en manos de los maniceros y sojeros; y que el costo del transporte de los granos con ellos se reduce a casi la décima parte y que de este modo el maní y la soja de esta multinacional argentina vale mucho más que la del resto. Son cuestiones de macroeconomía que deben ser considerados en toda profundidad. Bien han apuntado los cortes agrarios al aspecto, pero no se si con la amplitud de reflexión que merece.
· Un último tema que merece un profundo análisis es el respeto a las instituciones. Junto con el despilfarro de los recursos naturales es uno de las rengueras más intensas del actual gobierno. Pero también de la actual cultura argentina. Es este gobierno el primero en faltar al respeto a las instituciones de la vida republicana y muchos son los modos. También es cierto que en el 2001 clamábamos ¡que se vayan todos!, y que muchos de los políticos actuales tienen las viejas costumbres. ¡Cuánto ha avanzado este gobierno en incentivar nuevas formas políticas, aún con la vara de la dádiva económica! No obstante el incumplimiento de los K, es deber de toda la ciudadanía mantener el valor de las instituciones republicanas y su respeto, ¡y hacerlas respetar! La liviandad de las expresiones que se escuchan a todo nivel, aún en los más altos estrados y púlpitos, merece una reprobación generalizada. Nunca seremos país organizado sin repeto mutuo y a las instituciones que la constituyen, incluída la figura de la Presidenta, tan irrespetuosamente vapuleada como gobernante mujer, por considerar que no beneficia los propios intereses y por mostrarse de centro izquierda, aunque haya sido elegida por la mayoría del país. El garantismo de derechos individuales o sectoriales nunca debe atentar contra la totalidad del bien público o republicano.
Muchos otros temas además debieran estar en las reflexiones de los argentinos y no solamente en el “si” o “no” a las retenciones. Tal vez sea la punta del iceberg de lo que hoy nos preocupa, pero bien debemos tener presente el dicho que es de todos conocidos: en Argentina cuando al campo le va bien, al país le va bien, pero debiéramos preguntarnos muy seriamente ¿quiénes son los dueños del campo argentino? ¿Quienes son los dueños de la soja argentina?
Una agricultura sin agricultores tiene como consecuencia necesaria planes sociales, hacinamiento, violencia, droga, juego, políticos corruptos, legisladores ausentes, justicia ciega, Estado gendarme de intereses espurios.
Tal vez esta política de retenciones tenga graves defectos, pero es política de gobierno con la que acuerdo toda vez que venza sus graves defectos. Para ello no solo es necesario salir a las rutas a protestar contra ella. Deberemos hacernos cargo de las mentiras y mezquindades que también hay a través de esta protesta si solamente la consideramos como un “si a las retenciones” o “no a las retenciones”.
Carlos María Diez - Yucat

20 de marzo de 2008.-

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