«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me
verán» (Mt 28,10)
Liturgia Vigilia Pascual
Inicio misionero
de la Iglesia
Estimado hermano católico
Con
gran preocupación, y luego de haber meditado un rato tratando de escrutar si no
me mueve un espíritu de presunción, te escribo confiándote y sobretodo
pidiéndote un gesto de reflexión sobre la actualidad de nuestro testimonio
eclesial. Y no es que también yo necesite algo así, pero más lo necesita un
-pueblo de Dios, perplejo y descreído -en parte al menos- de nuestra Iglesia.
Me ha llegado en nuestros días, para conocimiento, de una cristiana con buen
compromiso, una “invitación” a la apostasía en Argentina, como la que se hizo
en España años atrás con motivo del sustento económico del Estado a la Iglesia
Católica. (http://www.apostasia.com.ar/).
Es muestra de una reacción mezcla de errores con cosas ciertas.
Pero
dos hechos eclesiales, de entre muchos buenos y malos, han llenado mi corazón
de profunda tristeza y preocupación. Cierto es que éstas situaciones han
sucedido y seguirán sucediendo a todo lo largo de la historia, y la Iglesia
seguirá siendo la misma Esposa de Jesús, Santa y Pecadora en un tiempo. Los dos
hechos son los del Próvolo en Mendoza y el “empujón” del Párroco de la Catedral
de La Plata a una estudiante excedida en sus festejos.
Pero
la tristeza y preocupación que me embargan no provienen tanto de los hechos en
sí, suficientemente graves (y repetidos), sino más bien de un discurso de la
Iglesia basado en que nuestra Misión de Seguidores de Jesús es por lo que somos
y no por lo que hacemos… desconociendo una distancia cada vez mayor del modelo
de vida concreto propuesto por nuestro Señor. Veo una acentuación exagerada en
nuestra dignidad de bautizados, de consagrados, de santificados, de
Resucitados…, y creo ver en una línea coherente con la teología de “por la obra
obrada”, independientemente de las formas que la acompañen (testimonio de
vida). Nuestra teología eclesial del momento, acentúa mucho más los símbolos
que la realidad misma, la afirmación de nuestro papel simbólico que nuestra
realidad de servicio. Al decir de Pedro Casaldáliga: “mucho más amantes de la
estética que de la ética”
¿Será
que la cultura “posmoderna” se nos ha colado en la teología y en nuestra manera
misma de vivir la fe? Basados en lo que esperamos, ¿construimos la imagen y
gestos que la fundamentan y realizan? Hemos afirmado más lo que ha realizado en
nosotros Jesucristo de una vez para siempre, que la escucha del envío a
continuar con su obra redentora que nunca termina de realizarse en nuestra
historia. Y aun en nuestras frases motivadoras gustamos más de las afirmaciones
que los objetivos que deben movernos. En nuestras expresiones hemos cambiado las
formas programáticas por afirmaciones testimoniales aunque estén totalmente
alejadas de la realidad; otros muchos ejemplos más de nuestra autoimagen (y
autocomplacencia) han sustituido al ponernos en camino hacia el origen del
comienzo de nuestra fe (Galilea): y marchar con Jesús hacia la Cruz y la
Pascua. La santificación de Monseñor Romero (y deseamos la próxima de Mons.
Angelelli) es el gesto del Espíritu para mostrar el camino de asumir el momento
histórico actual. Es el recuerdo de las verdades de Jesús asumiendo en su
momento histórico, la realidad la historia de toda la humanidad.
Por
ello es que creo que muchos de los cristianos que construimos nuestra fe y, en
base a las enseñanzas mismas de la Iglesia, cristalizándola en la línea de su
Doctrina Social y del Concilio Vaticano II necesitamos y, dentro del respeto
que nos merece, exigimos, que en la Iglesia se cultive más la humildad de no
ser siempre los testigos de la fe que proclamamos; se practique la coherencia
entre la realidad y los gestos que realizamos en nuestras liturgias, y se
muestre mucho más la fraternidad que nos une entre nosotros, la fraternidad que
debe unirnos con los privilegiados de Jesús, para los que muchas de las
opciones de una religiosidad afirmativa y gestual, ha dejado de ser anuncio de
un Reino de Justicia y de Paz. Otro tanto podría decirse de opciones eclesiales
que más nos acercan de una clase política que más se ha acercado a las
injusticias del mundo que a la propuesta de Jesús de un Mundo Nuevo. Vayan como
más ejemplos la manipulación que se ha hecho de un tema tan querido por la
Iglesia, como lo es la defensa de la vida, llevando torpemente a identificar
una línea política con la postura eclesial. La no distinción de delitos de
“lesa humanidad” de los delitos comunes, con una posibilidad de ejercer la
violencia en nombre de Dios… y en bien de la Justicia.
Desea
mi corazón una Iglesia que de la Celebración del triunfo de Jesús sobre la
Muerte, se realice en ella -un poco más- la generación de un mundo de Justicia
y de Paz
Haciendo
votos de no pretender decir nada que no esté claro dentro de la Iglesia, pero
reforzando alguno de estos aspectos, te saludo deseándote los mejores deseos en
esta Pascua del Señor.
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