domingo, 4 de marzo de 2018

Movimiento Scout y la libertad religiosa


Querido Hermano:



                        Con mucha tristeza y preocupación he seguido las diferencias entre Scouts de Argentina y el Obispo de La Plata primero y luego con el Arzobispo de Buenos Aires, y quisiera acercarte en base a la amistad que nos une, algún punto de vista al respecto.



                        Bien sabés que he andado muy cerca de los campamentos y de dirigentes Scouts gran parte de la vida, particularmente en la Parroquia Mercedaria de Gerli y en la de San Ramón Nonato a la que pertenecés. Y hoy sigo relacionado con varios grupos que realizan sus campamentos en el lugar donde vivo y trabajo. Sin embargo no he sido miembro del Movimiento Scout, ni tampoco hablo como integrante de la Jerarquía ni como Teólogo porque no me corresponde.



                        Muchas veces en estos últimos años he afirmado ante diferentes personas que no se ve en nuestra Iglesia de Argentina otros grupos con la calidad formativa y organizacional de los Scouts y realmente lo siento así. Por lo que tendrás que tomar las siguientes reflexiones como de quien quiere estar tan cerca de la institucionalidad de la Iglesia como la del Movimiento Scout y considera una pérdida inconmensurable el alejamiento de los grupos de las Parroquias. Con toda seguridad que el Señor no lo quiere.



                        Me preocupa y entristece que las instancias de diálogo no hayan superado dos posiciones que considero llenas de razones válidas y dignas de tener en cuenta. Y peor aún, que estas razones den lugar a acciones que pudieran provocar en la práctica una ruptura. Pero también me preocupa el que fórmulas de buenas intenciones, dejen sin solución un problema que debe forzosamente ser solucionado para no dar lugar a componendas fáciles, ni hipocresías (afirmo tal cosa y continúo con mi pensamiento).



                        Respeto profundamente la posición del P. Rafael Velazco y considero válidas sus afirmaciones respecto del respeto y gradualidad en adhesión del cristiano a las afirmaciones de la  Jerarquía cuando actúan en cuanto tal. Son argumentos que no solo respeto profundamente, sino que trato de vivirlos sinceramente. Y aunque ciertamente son válidos para quienes deben buscar el punto de encuentro entre ambas instituciones, debiera haber un cuidado extremo por cuanto deba ser interpretado por personas que no están habituadas a este lenguaje. La conclusión a la que podría llegarse fácilmente es que las afirmaciones de los Obispos son opinables sin más y que el pluralismo es que todas las opiniones son válidas del mismo modo y tildaría a estas afirmaciones como de capricho, o de opinión retrógrada. De este modo difícilmente podamos caminar hacia la Verdad. Las orientaciones en materia que les compete a los Obispos, aunque no sean tomadas como Dogmas, tampoco debieran menospreciarse. En la práctica, podrían ser desechadas provocando la ruptura cuya sombra aparece en el horizonte. El párrafo del P. Rafael que destaco y desea que pueda ser profundizado es el siguiente, y verás que no son cosas al alcance de todos ni de posturas pre conceptuales y rápidas de tomar:



 Son proposiciones que merecen respeto y un intento serio de comprensión. Pero si en conciencia se encuentra dificultades para aceptarlas, el servicio más honrado que se puede prestar a la misma Iglesia es manifestarlo y proponer los argumentos para la discusión.”



                        El respeto a las institucionalidades (y por tanto de las decisiones en este tema en particular) es una cuestión a la que prestaría atención a la hora de buscar salidas a las diferencias con los Obispos. Y se puede buscar antecedentes cuando la Jerarquía de la Iglesia ha debido proponer sus convicciones ante leyes que parecieran ofuscar la Moral Cristiana y Católica (divorcio, matrimonio igualitario, aborto, y otros –no entraría en igual categoría otros asuntos como el sacerdocio femenino ni el celibato-)



                        Tanto hemos hecho incapié en determinadas cuestiones, que hemos vaciado nuestras Iglesias y alejado por demás a los hermanos de la Comunión (y de la vida eclesial). Nuestros adolescentes y jóvenes no pueden comprender estos posicionamientos, y optan por responder alejándose, en la interpretación de que el no cumplir, los pondría en situación de “pecadores” = excluidos (sin saber si de la comunión eclesial o de la vida eterna, puesto que hay una toma de posición práctica infranqueable). Otra solución fácil y muy practicada: “hago como si lo aceptara y hago lo que puedo” llenando mi moral de hipocresías.



                        No sería difícil, al extender estas afirmaciones al terreno de Moral Social con la misma fuerza de estos temas de moral individual (y sumándolas), que ni los curas pudiéramos celebrar la Eucaristía. Y sumo, ojalá fueran iguales las preocupaciones de moral individual y las preocupaciones de moral social y política… porque aparecen muy desproporcionadas las afirmaciones y las posturas prácticas.



                        Por lo que creo que en la búsqueda de la salvaguarda de todos los temas considerados, y con una baja en el tono de la discusión, es imprescindible crear una formulación en la Pedagogía Scout que atienda a las obligaciones doctrinales del cristiano y manifestadas por el Episcopado; y por parte de los Obispos el respeto a la libertad del Movimiento Scout para formular su propio itinerario formativo en un pluralismo de sus asociados o adheridos, que trasciende la fe católica.



                        Bastaría que la Iglesia respete la trascendencia eclesial del Movimiento situándose en una organización de la sociedad civil regida por sus propios códigos culturales (morales), y el Movimiento añada un párrafo que para los que confiesan la fe católica (muchos en la Argentina) habrán de tomar ésta como la orientación de sus vidas y de sus pautas morales. Por supuesto que debería ser preocupación para que sea una realidad no solo en su formulación sino en sus derivaciones prácticas. De este modo no sería necesario dividir el Movimiento Scout.



Con admiración y respeto.

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