domingo, 4 de marzo de 2018

Nuevamente el aborto


“Nadie puede estar a favor de la interrupción de una vida. Pero esta problemática va más allá de esta falsa polarización: la mujer que busca abortar lo hace con angustia y tristeza. La comunidad tiene que asumir esta realidad no escondiéndola sino sacándola a la luz. Por esto considero que despenalizar el aborto puede ayudar al diálogo que contribuya a la edificación de nuestra sociedad”
Pastora Mariel Pons, de la Iglesia Evangélica Metodista argentina

“Se “trivializa” la discusión por la despenalización del aborto cuando “se limite a una puja entre quienes están a favor y en contra de la práctica”.
Referente metodista Frank de Nully Brown


En Argentina, es recurrente planteo de la despenalización del aborto…particularmente desde 2007 y 2011.

Un buen y bastante completo análisis sobre los abortos clandestinos podemos encontrar el

En 2011 quise poner por escrito mi pensamiento (más para aclararme personalmente) pero con afán de aportar al momento, como testimonio de una problemática bastante más compleja que la propuesta por algunos de mis conocidos, familiares y amigos…


Casi siete años después, vuelve a aparecer la problemática con los cuestionamientos también recurrentes sobre las motivaciones ocultas de diferentes grupos (también del Gobierno de turno). Pero como escapa al dominio conveniente de mis cavilaciones, me ceñiré a compartir un punto de vista señalado en contadas ocasiones: algunos aspectos respecto de la mamá que se enfrenta a la decisión de abortar o no, y de la responsabilidad del papá que generó el o la bebé.

Pero antes, quisiera hacer una advertencia de una tendencia falsa de la identificación política al respecto: unos y otros tratan de identificar el problema del aborto como una identificación proabortista = progresista y contra abortista = conservadora. Falso, es un problema ético en primera instancia, luego (y necesariamente) político, no al revés.

Y felizmente pareciera que esta antinomia falsa pareciera registrarse en esta actual fase de la discusión. Ciertamente que la posición progresista está mucho más abierta a una discusión amplia que las posturas conservadoras… y es justamente esta características la que los políticos de ambas partes tratan de capitalizar identificando la postura opuesta con la oposición política.

Las posiciones conservadoras (particularmente la de mis hermanos católicos), normalmente no advierten su participación cultural en la problemática del aborto, y por consecuencia, en provocarlos. La aceptación acrítica de modos de vida inherentes al capitalismo, que solo puede aceptarse con pocos hijos o mucho dinero… (educación y salud privadas… o la última ley de seguridad vial de tener asientito para 2 niños hasta 10 años en el automóvil, por nombrar algo). Añaden así una discriminación religiosa a la discriminación económica: sólo los ricos pueden ser buenos cristianos, porque pueden educar bien a tus hijos sin dejar de ser ricos, o necesariamente deberán convertirse en pobres asumiendo una familia numerosa… Como sucede también en muchos aspectos de la ética en asuntos económicos, la disociación ética en la problemática del aborto es digna de tenerse en cuenta. Es tal esta disociación, que me tocó en otro lugar del mundo, constatar la aberración de considerar el aborto alternativa a los métodos permanentes de anticoncepción porque con los primeros, confesión mediante, podrían “comulgar”, mientras que la perseverancia en la anticoncepción la impedía… Y en una de las campañas promovidas de algunos círculos eclesiásticos rezaba: “Si te dicen que el aborto es una cosa entre el médico y la madre, se olvidan de algo… (…y había la figura del bebé), pero omitía a otros de participación insoslayable: ¡¡¡la del papá y la sociedad!!!. Reducir la problemática del aborto a la ética individual termina generando estas aberraciones. Y el no poder “cumplir” con el mandato ético, encierra a soluciones desesperadas. No asumir la problemática, no hacerse cargo de ser una problemática colectiva, es prevaricación, participación por omisión, que en lenguaje religioso, se ha venido llamando desde siempre “pecado del mundo”.

En las dos posiciones opuestas se resalta la responsabilidad de la decisión sobre la mamá, y considero esta posición absolutamente injusta y falsa. Dejar sola a la mamá en la situación propia de aceptar la vida que lleva en sus entrañas es desconocer la naturaleza misma de la vida y es abandonar la responsabilidad que a todos nos toca sobre la misma.

Podríamos llenar de frases hechas y comunes para fundamentar esta última afirmación, cuando con ellas en realidad considero que lo que se fundamenta es el abandonar a la mujer que concibe en uno momentos de mayor vulnerabilidad en la vida de una mujer. ¿No concibió acaso junto a un varón en una promesa que aunque no haya sido consciente, sí lo fue de su humanidad corporal? ¿No participa la humanidad toda del mandato intrínseco de la reproducción y la esencialidad del amor? Que algunos se consideren superados en esta problemática lo desmentiría cualquier matrimonio de familia numerosa que se considere amante de la vida… y amante de la sinceridad, por supuesto.

Habitual es en la cultura conservadora convertir en individuales las problemáticas sociales: culpabilizar a la mamá es injusticia ancestral en este tema. Negarse a asumir las responsabilidades individuales es habitual en ciertas posturas consideradas progresistas. No podemos dejar de mirarnos a nosotros mismos como tribu, y no podemos descargar en la tribu, nuestras responsabilidades personales.

Al liberalismo le viene como anillo al dedo, no hacerse cargo de problemáticas individuales y lo resuelve como una cuestión de bolsillo… y creo que al modelo actual le viene como anillo al dedo la no despenalización del aborto, pero no por una cuestión ética, sino política: captar para sí a todo el espectro conservador y no hacerse cargo de los costos que conlleva el aborto legal, seguro y gratuíto.

Poco se escucha de promover el conocimiento, fortaleza, etc., pero también la decisión de entregar a la mujer la posibilidad de decidir (con eficacia ética y biológica) compartiendo con el varón que ame y la sociedad en la que está insertada ella y su futura progenie, cuando traer hijos al mundo. Un desafío cierto para la biología, la ética (religiosa o no), la sociología y al último y necesariamente, la política.

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